sábado, 4 de octubre de 2014

Palabras, palabras, palabras... No dejamos de soltarlas por nuestra boca como si no importaran nada. Y, sin embargo, la palabra tiene un poder en el que la mayoría nunca se ha parado a pensar.



Las palabras pueden doler, pueden reconfortar, pueden hacernos ganar confianza o convertirnos en el mayor de los cobardes. ¿No eran las palabras de tu madre las que te hacían sentir mejor cuando el día había sido pésimo? Sin olvidar, por supuesto, que aquella noche cenabas canelones. ¿No son las palabras del entrenador de un equipo deportivo las que infunden aplomo y valor a éste antes del partido? Y de las palabras que pueden salir despedidas a propulsión cuando estamos enfadados, mejor ni comentar. Arma letal.


¿Pero por qué tienen ese poder tan inmenso las palabras? La respuesta es obvia: Porque nosotros mismos hacemos que lo tengan. Somos nosotros quienes damos sentido y significado a lo que decimos, oímos, escribimos o leemos. Es increíble que una cosa tan intangible pueda ser tan fuerte. Quizá habremos escuchado mil veces la palabra Dios, y para nada esas mil veces la habrás oído de la misma forma. En cada ocasión habrá querido tener un sentido distinto, ya sea en la iglesia, en una canción o en un suceso impactante.


Y lo mismo pasa con el significado. Un ejemplo: ¿Significa algo especial para vosotros la palabra vereda? Es bastante probable que no. Una vereda, un caminito angosto, seguramente empedregado. Pues vereda es una palabra que me gusta especialmente. Para mí significa tranquilidad, felicidad, algo bonito. Quizá porque me recuerde a mi infancia, paseando por caminos estrechos y largos, que nunca se sabía a dónde iban a parar. Quizá porque el título de una de mis canciones favoritas se llame La vereda de la puerta de atrás. Sea por lo que sea, es una palabra que tiene un significado para mí, en este caso positivo.


Por esto es por lo que pienso que algo que siempre deberíamos recordar es que las palabras, de alguna forma, tienen peso. Y creo que por hoy me dejo de tanto palabrerío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario