viernes, 31 de octubre de 2014

Hook y el Cronotopo.

Aunque no lo sepamos o no nos demos cuenta, todas nuestras relaciones están enlazadas por un cronotopo. Un cronotopo, literalmente, significa “tiempo-espacio” en griego. Pero un cronotopo es algo más, es un marco de sentido, es lo que engloba una relación, sea del tipo que sea.

Podríamos decir que las expresiones que se utilizan en la Comunidad Valenciana, como “che” o “au”, son exclusivamente comprensibles para las personas que comparten ese cronotopo, es decir, las personas que hayan conocido la jerga popular (adquirido con el tiempo) de esta zona (adquirido con el espacio), ya sean nativos o no.

Un ejemplo de este marco de sentido es la canción Granada del grupo Supersubmarina. Una de sus frases dice: “las estrellas nos alhambran al pasar”, utilizando la palabra Alhambra como si fuera un verbo y quisiera ser sinónimo de “alumbran”. Si una persona no conoce Granada ni su mayor punto turístico, no va a comprender la frase, ya que no está compartiendo el cronotopo con la gente que sí tiene conocimiento de la existencia de Granada y la Alhambra.

Si nos vamos al cine, podemos ilustrar este tema con la película Hook. La sinopsis nos dice que “Peter Pan es un prestigioso abogado que vive absorto en su trabajo. Tiene una encantadora familia a la que apenas dedica tiempo, porque se ha olvidado de lo que significa la infancia. Sin embargo, cuando sus hijos son secuestrados por su antiguo enemigo, el Capitán Garfio, y llevados al País de Nunca Jamás, se verá obligado a viajar a ese reino encantado, donde, con la ayuda de Campanilla, podrá recuperar no sólo a sus hijos, sino también al niño que un día fue.”

El cronotopo dentro de la película consiste en lo siguiente: Nadie, ni siquiera el propio Peter Pan, recuerda quién es. Cuando sus dos hijos desaparecen y Peter habla con Wendy, ésta le pide que haga memoria, cosa que a Peter en ese momento le parece un disparate. ¿Por qué? Porque Peter no recuerda haber compartido el mismo espacio y tiempo del que Wendy le habla. Una vez arrastrado al País de Nunca Jamás por Campanilla, comienza a recordar y se da cuenta de que su relación con Wendy es fruto de un cronotopo, ambos estaban en el momento y en el lugar adecuados para ello.

Fuera de la película, existe un cronotopo entre ésta y el espectador. Hablamos de Peter Pan como si todos supieran quién es. Y en gran parte es así, pero es así porque este cuento infantil es conocido desde hace muchísimos años, y además se ha extendido por gran parte del mundo gracias a la versión que Disney hizo de él. Todos los que conocemos a este personaje compartimos este cronotopo, porque estamos dentro de ese marco de sentido.

De esta forma, vemos que en términos generales el cronotopo que nos explica Mijaíl Batjín se compone de dos únicos elementos, aunque quizá estamos pasando por alto que el cronotopo no existiría sin espacio, sin tiempo y sin nosotros compartiendo ambos. O no.

viernes, 17 de octubre de 2014





Barthes nos explica que el mito es un sistema de comunicación, un habla. Se compone de significantes, significados y signos. Pero estos significantes, significados y signos no provienen de la propia materia, de la propia naturaleza, sino que debe haber alguien que los interprete como tal. Y esos somos nosotros.




En la actualidad encontramos que el mito está presente. ¿De qué forma? De todas las imaginables: encontramos el mito en canciones, en poemas, en representaciones artísticas, en nuestra propia forma de hablar. Lo llevamos dentro, de alguna forma ya asimilado desde el comienzo.



Por ejemplo, hablemos de la conocidísima película La bella y la bestia. Se trata de un largometraje animado de 1991, creado por la compañía Walt Disney, que trata sobre la belleza interior y el amor entre una chica hermosa y un príncipe maldito que fue convertido en bestia. Toda esta información sería el significante, lo que es, objetivamente hablando.


El significado de este producto es el concepto que nosotros tenemos de esa película. Y aunque por lo general se entiende que lo que quiere transmitir es que las apariencias engañan y que lo que importa es el interior, no podríamos realmente dar como válida una única connotación. Las personas que hayan visto esta película en su etapa adulta posiblemente no le darán el mismo valor que las que hayan crecido con ella. Pero tomemos La Belleza Interior como significado general para este caso.


El signo de esta película es la unión de lo que en realidad es y lo que significa para cada uno de nosotros. Es el conjunto de la realidad y nuestra realidad, el verdadero trasfondo que le damos. En La bella y la bestia encontramos una mezcla entre la realidad del largometraje y su contenido, cuyo sentido será dado dependiendo de la persona que mire.


Y en ésto último se basa Barthes, en que el mito parte de nuestra propia percepción, y no de la materia. Debido a este tipo de reflexiones, una vez más, comprobamos que no somos simples humanos, rodeados de simple agua, simple aire y simple tierra. Comprobamos que hay algo más que nos une, por muchas diferencias que creamos tener.


viernes, 10 de octubre de 2014

Dicen que la primera impresión es la que cuenta. Y de ello depende mucho nuestra forma de vestir.

Que te contraten en una entrevista para un trabajo formal con chupa de cuero y pinchos es tan poco probable como que te dejen entrar en un restaurante caro en chándal. ¿Y por qué? Porque nuestra indumentaria nos condiciona, mucho en ocasiones.

Según la ropa de una persona, el resto puede deducir a primera vista su estrato social, su nivel económico e incluso sus gustos musicales. Entre los jóvenes es fácil distinguir a quién le gusta el rap, a quién el rock y a quién el reggaeton. Aunque es de sobra sabido que las apariencias engañan, muchas veces nuestro estilo a la hora de vestir nos refleja. Y muchos buscamos eso, reflejar nuestra identidad con un tipo de ropa determinado. Desde esta perspectiva, está claro que nuestra ropa nos identifica socialmente.

Sin embargo, ya no es tan fácil encasillar a una persona en un estilo concreto. Como dice Sandra Milena Henao Melchor en “La indumentaria como identificador social: un acercamiento a las culturas juveniles”, ni las culturas juveniles se salvan de la hibridación. Y esto significa lo siguiente: Cada vez vemos mayor número de estilos. Existe gente que sigue la moda imperante, gente que busca contradecirla y gente que simplemente se pone lo que le gusta sin importarle si la sigue o no. Ahora podemos ver a cualquier chico por la calle con pantalones pitillo, zapatillas Converse y sudadera. No podríamos encasillarlo en un solo estrato social.

Por este lado podríamos decir que a cada generación que avanza, se está perdiendo un poco más ese sentido de utilizar la ropa como identificador social, ya que hemos llegado a tal punto de diversidad cultural y de querer diferenciarnos unos de otros, que poco importa si nuestro pantalón es de marca o no.

sábado, 4 de octubre de 2014

Palabras, palabras, palabras... No dejamos de soltarlas por nuestra boca como si no importaran nada. Y, sin embargo, la palabra tiene un poder en el que la mayoría nunca se ha parado a pensar.



Las palabras pueden doler, pueden reconfortar, pueden hacernos ganar confianza o convertirnos en el mayor de los cobardes. ¿No eran las palabras de tu madre las que te hacían sentir mejor cuando el día había sido pésimo? Sin olvidar, por supuesto, que aquella noche cenabas canelones. ¿No son las palabras del entrenador de un equipo deportivo las que infunden aplomo y valor a éste antes del partido? Y de las palabras que pueden salir despedidas a propulsión cuando estamos enfadados, mejor ni comentar. Arma letal.


¿Pero por qué tienen ese poder tan inmenso las palabras? La respuesta es obvia: Porque nosotros mismos hacemos que lo tengan. Somos nosotros quienes damos sentido y significado a lo que decimos, oímos, escribimos o leemos. Es increíble que una cosa tan intangible pueda ser tan fuerte. Quizá habremos escuchado mil veces la palabra Dios, y para nada esas mil veces la habrás oído de la misma forma. En cada ocasión habrá querido tener un sentido distinto, ya sea en la iglesia, en una canción o en un suceso impactante.


Y lo mismo pasa con el significado. Un ejemplo: ¿Significa algo especial para vosotros la palabra vereda? Es bastante probable que no. Una vereda, un caminito angosto, seguramente empedregado. Pues vereda es una palabra que me gusta especialmente. Para mí significa tranquilidad, felicidad, algo bonito. Quizá porque me recuerde a mi infancia, paseando por caminos estrechos y largos, que nunca se sabía a dónde iban a parar. Quizá porque el título de una de mis canciones favoritas se llame La vereda de la puerta de atrás. Sea por lo que sea, es una palabra que tiene un significado para mí, en este caso positivo.


Por esto es por lo que pienso que algo que siempre deberíamos recordar es que las palabras, de alguna forma, tienen peso. Y creo que por hoy me dejo de tanto palabrerío.