viernes, 17 de octubre de 2014





Barthes nos explica que el mito es un sistema de comunicación, un habla. Se compone de significantes, significados y signos. Pero estos significantes, significados y signos no provienen de la propia materia, de la propia naturaleza, sino que debe haber alguien que los interprete como tal. Y esos somos nosotros.




En la actualidad encontramos que el mito está presente. ¿De qué forma? De todas las imaginables: encontramos el mito en canciones, en poemas, en representaciones artísticas, en nuestra propia forma de hablar. Lo llevamos dentro, de alguna forma ya asimilado desde el comienzo.



Por ejemplo, hablemos de la conocidísima película La bella y la bestia. Se trata de un largometraje animado de 1991, creado por la compañía Walt Disney, que trata sobre la belleza interior y el amor entre una chica hermosa y un príncipe maldito que fue convertido en bestia. Toda esta información sería el significante, lo que es, objetivamente hablando.


El significado de este producto es el concepto que nosotros tenemos de esa película. Y aunque por lo general se entiende que lo que quiere transmitir es que las apariencias engañan y que lo que importa es el interior, no podríamos realmente dar como válida una única connotación. Las personas que hayan visto esta película en su etapa adulta posiblemente no le darán el mismo valor que las que hayan crecido con ella. Pero tomemos La Belleza Interior como significado general para este caso.


El signo de esta película es la unión de lo que en realidad es y lo que significa para cada uno de nosotros. Es el conjunto de la realidad y nuestra realidad, el verdadero trasfondo que le damos. En La bella y la bestia encontramos una mezcla entre la realidad del largometraje y su contenido, cuyo sentido será dado dependiendo de la persona que mire.


Y en ésto último se basa Barthes, en que el mito parte de nuestra propia percepción, y no de la materia. Debido a este tipo de reflexiones, una vez más, comprobamos que no somos simples humanos, rodeados de simple agua, simple aire y simple tierra. Comprobamos que hay algo más que nos une, por muchas diferencias que creamos tener.


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