Barthes nos explica que el mito
es un sistema de comunicación, un habla. Se compone de
significantes, significados y signos. Pero estos significantes,
significados y signos no provienen de la propia materia, de la propia
naturaleza, sino que debe haber alguien que los interprete como tal.
Y esos somos nosotros.
En la actualidad encontramos que el mito está presente. ¿De qué forma? De todas las imaginables: encontramos el mito en canciones, en poemas, en representaciones artísticas, en nuestra propia forma de hablar. Lo llevamos dentro, de alguna forma ya asimilado desde el comienzo.
Por ejemplo, hablemos de la conocidísima película La bella y la bestia. Se trata de un largometraje animado de 1991, creado por la compañía Walt Disney, que trata sobre la belleza interior y el amor entre una chica hermosa y un príncipe maldito que fue convertido en bestia. Toda esta información sería el significante, lo que es, objetivamente hablando.
El significado de este producto es el
concepto que nosotros tenemos de esa película. Y aunque por lo
general se entiende que lo que quiere transmitir es que las
apariencias engañan y que lo que importa es el interior, no
podríamos realmente dar como válida una única connotación. Las
personas que hayan visto esta película en su etapa adulta
posiblemente no le darán el mismo valor que las que hayan crecido
con ella. Pero tomemos La Belleza Interior como significado general
para este caso.
Y en ésto último se basa Barthes, en
que el mito parte de nuestra propia percepción, y no de la materia.
Debido a este tipo de reflexiones, una vez más, comprobamos que no
somos simples humanos, rodeados de simple agua, simple aire y simple
tierra. Comprobamos que hay algo más que nos une, por muchas
diferencias que creamos tener.
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