viernes, 14 de noviembre de 2014

Explicar la percepción dinámica del espacio puede parecer complejo, y a su vez, difícil de entender. Por ello, vamos a aplicar este tema a un espacio determinado. El edificio escogido para ello es mi casa, centrándonos en una parte en concreto: Tres habitaciones unidas entre sí. La funcionalidad de las tres es la misma: están pensadas para que las personas duerman en ellas.


La fotografía que tenemos arriba corresponde a la primera de esas tres estancias (ésta y las demás están iluminadas con luz artificial). La primera es la única habitación con puerta. No la percibimos del mismo modo si nos encontramos dentro de ella, que si la observamos desde el otro lado. Desde fuera parece que la puerta da a una única habitación, pero una vez dentro nos damos cuenta de que no es así, ya que tiene una abertura al fondo a la derecha de la misma, dando lugar a otro espacio.


Esta segunda habitación no tiene puertas propiamente dichas. Cuenta con dos huecos rectangulares en dos de sus paredes. Si la miramos desde la entrada de la primera estancia, observaremos una habitación que nos parecerá, dentro de lo que cabe, normal, ya que no tiene ventanas. No nos daremos cuenta de que a nuestra izquierda se abre otro espacio, que da a la tercera y última habitación.

Podríamos decir que en la tercer espacio termina la ruta. Ya no hay más caminos. Es otra habitación sin puertas pero con una pequeña ventana, la única que hemos encontrado a lo largo del recorrido. Sólo hay una forma de salir de esta habitación, y es darse la vuelta y volver a entrar en la segunda.

La siguiente imagen está tomada desde la cama de la segunda habitación, y es la que mejor describe los tres espacios que, aunque no están realmente divididos por algo físico, tienen su propia forma de diferenciarse. Y aquí es donde entra la luz. 

 
La habitación que cuenta con mayor luz natural es la primera, pues su única puerta está justo enfrente de la entrada de la casa, cuyo revestimiento es de cristal y deja pasar toda la luz. Después de ésta, la mejor iluminada es la tercera habitación, ya que por su ventanuco también entra la luz solar y da calidez al espacio. Y al contrario de lo que podríamos pensar, la segunda habitación no es una zona oscura y sombría, ya que se sirve de las dos fuentes de luz que hay en las habitaciones contiguas. Por esta razón, siendo la menos iluminada, es la más acogedora. Aun así, nunca viene mal luz artificial extra. Por la noche, la primera y la segunda se iluminan con luz artificial fría, que da más claridad al espacio, mientras que la última tiene luz cálida anaranjada. En este caso, la habitación más acogedora es ésta si pensamos en la funcionalidad que tienen las tres.

Y así, el dicho popular que afirma que ''todo depende del prisma con que se mire'' resume muy bien el concepto de la percepción dinámica del espacio, ya que esta percepción nace de muchas variables: de nuestros ojos, de la cantidad y el tipo de luz que haya, de la perspectiva desde la que miremos e incluso del estado de ánimo de cada uno de nosotros en ese momento. Todo cuenta. Todo forma parte de nuestra percepción.

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