Explicar la percepción
dinámica del espacio puede parecer complejo, y a su vez, difícil
de entender. Por ello, vamos a aplicar este tema a un espacio
determinado. El edificio escogido para ello es mi casa, centrándonos
en una parte en concreto: Tres habitaciones unidas entre sí. La
funcionalidad de las tres es la misma: están pensadas para que las
personas duerman en ellas.
La fotografía que
tenemos arriba corresponde a la primera de esas tres estancias (ésta y
las demás están iluminadas con luz artificial). La primera es la
única habitación con puerta. No la percibimos del mismo modo si nos
encontramos dentro de ella, que si la observamos desde el otro lado.
Desde fuera parece que la puerta da a una única habitación, pero
una vez dentro nos damos cuenta de que no es así, ya que tiene una
abertura al fondo a la derecha de la misma, dando lugar a otro
espacio.
Esta segunda habitación
no tiene puertas propiamente dichas. Cuenta con dos huecos
rectangulares en dos de sus paredes. Si la miramos desde la entrada
de la primera estancia, observaremos una habitación que nos
parecerá, dentro de lo que cabe, normal, ya que no tiene ventanas.
No nos daremos cuenta de que a nuestra izquierda se abre otro
espacio, que da a la tercera y última habitación.
Podríamos decir que en
la tercer espacio termina la ruta. Ya no hay más caminos. Es otra
habitación sin puertas pero con una pequeña ventana, la única que
hemos encontrado a lo largo del recorrido. Sólo hay una forma de
salir de esta habitación, y es darse la vuelta y volver a entrar en
la segunda.
La siguiente imagen está
tomada desde la cama de la segunda habitación, y es la que mejor
describe los tres espacios que, aunque no están realmente divididos
por algo físico, tienen su propia forma de diferenciarse. Y aquí es
donde entra la luz.
La habitación que
cuenta con mayor luz natural es la primera, pues su única puerta
está justo enfrente de la entrada de la casa, cuyo revestimiento es
de cristal y deja pasar toda la luz. Después de ésta, la mejor
iluminada es la tercera habitación, ya que por su ventanuco también
entra la luz solar y da calidez al espacio. Y al contrario de lo que
podríamos pensar, la segunda habitación no es una zona oscura y
sombría, ya que se sirve de las dos fuentes de luz que hay en las
habitaciones contiguas. Por esta razón, siendo la menos iluminada,
es la más acogedora. Aun así, nunca viene mal luz artificial extra.
Por la noche, la primera y la segunda se iluminan con luz artificial
fría, que da más claridad al espacio, mientras que la última tiene
luz cálida anaranjada. En este caso, la habitación más acogedora
es ésta si pensamos en la funcionalidad que tienen las tres.
Y así, el dicho popular
que afirma que ''todo depende del prisma con que se mire'' resume muy
bien el concepto de la percepción dinámica del espacio, ya que esta
percepción nace de muchas variables: de nuestros ojos, de la
cantidad y el tipo de luz que haya, de la perspectiva desde la que
miremos e incluso del estado de ánimo de cada uno de nosotros en ese
momento. Todo cuenta. Todo forma parte de nuestra percepción.
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